Un jeque resucita el primer museo francés

El Hôtel de la Marine, un palacio que ya constituye un monumento histórico y arquitectónico en plena plaza de la Concorde de París, gana una colección invalorable, la de la Al Thani Collection Foundation compuesta por 6.000 obras, fechadas desde la Antigüedad hasta el siglo XIX, y que engloba distintas culturas. Creada “para simbolizar la fuerza unificadora del arte” por el jeque Hamad Ben Abdullah Al-Thani (39 años), patrón del holding Qipco (Qarr Investment & Projects Development) y primo del también jeque y actual emir de Qatar, Tamim Ben Hamad Al-Thani, se instalará durante los próximos veinte años y se organizarán diferentes exposiciones. La primera de ellas, presentada ayer a los medios de comunicación, abrirá las puertas al público este jueves con 120 obras.

“Coleccionista desde los 18 años -explica Amin Jaffer, conservador de la colección-, el jeque solo compraba según su gusto personal para sus mansiones”, como el palacete londinense Dudley House, del siglo XIX, o el Hôtel Lambert de París, joya del clasicismo francés, que adquirió al barón Guy de Rothschild por 60 millones de euros. Montó una primera muestra de su colección en el MoMA de Nueva York. A partir de 2014 multiplicó préstamos y empezó a comprar obras “que trascendían el espacio doméstico y ya eran de museo”, apunta Jaffer. Y por eso mismo, “comenzó a pensar en un emplazamiento fijo para la colección”.

El espacio cuenta con tres galerías para la colección, integrada por 6.000 obras, y otra para exposiciones temporales

En 2018 surgió la posibilidad del Hôtel de la Marine, que tenía disponibles 400 metros cuadrados sin decorado y por lo tanto fuera del proyecto de visitas. Guardamuebles real desde Luis XV, Luis XVI decidió reunir ahí los tapices de arte y enseñarlos al público un martes al mes, entre abril y noviembre. Y se convirtió así en el primer museo de Francia.

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Además de un alquiler de un millón de euros anual, durante 20 años, el jeque asumió el coste de la puesta a punto de las cuatro salas en las que dividió el espacio, tarea resuelta sobria y brillantemente por el arquitecto japonés Tsuyoshi Tane. Tres galerías para las colecciones y una para exposiciones temporales, dos al año en principio, de distinta procedencia. Lo explica Philippe Bénaval, presidente del Centro de los monumentos nacionales: “a la abundancia, la diversidad y el prestigio de la propia colección Al Thani, se añade la relación privilegiada que la fundación mantiene con las mayores colecciones públicas y privadas de todo el mundo, garantía de nuevas muestras del máximo nivel”.

Para “confirmar el postulado universal y atemporal de la colección Al Thani”, el visitante descubre “una ventana abierta a todas las civilizaciones”. En un decorado de país de las maravillas, con luces bajas, se alinean “obras maestras que ilustran la creatividad humana a través del tiempo y el espacio”. Por ejemplo, un ídolo Kiliya ( La contempladora de las estrellas ; 3300-2500 A.C.) y una cabeza de faraón de la dinastía XVIII, esculpida en jaspe rojo (1475-1292 A.C.). Ambas esculturas se codean con otra, la de un oso, raro ejemplo de la dinastía china de los Han (206 A.C.-25), y con una máscara maya (200-600), “importante, porque escasas piezas de ese tipo intactas”.

Los rostros a través de las épocas es el tema de la segunda galería, con sus once caras esculpidas, en base a distintos materiales y en diferentes épocas. Impresionante cabeza de hombre en cuarcita (2050 A.C.); otra de un relicario Fang-Betsi, de Gabón (1700-1850). Majestuoso, el busto de calcedonia del emperador Adriano, probablemente esculpido en 1240 y cuya cabeza fue remontada en el siglo XVI sobre un torso en bermellón.

Hôtel de la Marine

Un monumento público muy privado

El Hôtel de la Marine, del siglo XVIII, reabrió el 12 de junio tras seis años de respetuosos trabajos de restauración. Tras la Revolución Francesa, el palacete fue confiscado por la Marina, ministerio primero y sede de su estado mayor después, hasta 2015, cuando pasó a depender del Centro de los monumentos nacionales. Se vivieron arduas polémicas sobre su destino hasta llegar al actual arbitraje público/privado, ya que sus dos construcciones gemelas acogen otros inquilinos además del mecenas de Catar y su colección, una de las más importantes del mundo. Diversas empresas tienen ya oficinas, asomadas al recoleto patio. Y funciona, para nómadas, un espacio de coworking. La Fundación Memoria de la esclavitud se instalará, por su parte, en la habitación en la que fue firmado, en 1848, el decreto de abolición de la esclavitud.Una anécdota más frívola: anidó un despacho de la FIFA, la máxima autoridad del fútbol mundial, esa que con el voto entre otros países de Francia, dio el torneo mundial del 2022… a Qatar.

Otra galería: “un espacio íntimo, para destacar los materiales preciosos de ciertas obras antiguas”, con la exhibición titulada Un tesoro antiguo . Un vaso de oro, de Irán (1100-900 A.C.), compuesto de una sola hoja de oro y un plato del mismo metal y plata, que pesa más de un kilo de la dinastía Sasánida (circa 300) son dos de las muchas joyas de este tesoro. La galería se cierra con impresionantes ejemplos del arte lapidario de los Olmecas (golfo de México, 1200 A.C.), un recodo “que será renovado periódicamente, con piezas de la colección o nuevas adquisiciones”.

Otro decorado para Obras maestras de las tierras del Islam , con manuscritos (una hoja del Corán azul, de la baja Edad Media, tal vez escrito en la Córdoba de los Omeya), textiles, cerámicas, trabajos en hierro y en vidrio y joyas. Un amplio muestrario del conjunto de arte musulmán, desde el Califato Omeya al imperio mogol. También destaca un préstamo del L-A. Mayer Museum for Islamic Art, de Jerusalén. El primero, porque un reciente acuerdo con Al Thani prevé “préstamos de larga duración, incluido el de una obra importante”.