Doctora Orietta Favaro, inmigrante del Véneto
NEUQUÉN
Su quehacer por la historia regional ha sido de un enorme valor en la investigación de hechos relacionados con la formación del Estado neuquino.
Hija de Ida Zamattia y de Juan José Favaro, nacidos en Asolo, región del Véneto. Orietta nos contó sobre su mamá: “Su padre murió siendo una niña y ella, sus dos hermanos y su hermana, se dedicaron a trabajar la tierra, además de asistir a la escuela primaria. Quedaron solos con la madre: producían, consumían y vendían productos de la chacra.
Así los encontró cuando estalló la Segunda Guerra Mundial. La familia se negó a incorporarse y participar del fascismo, no entregó sus joyas y tampoco usó la divisa (vestimenta) que obligaba el régimen; eso llevó a que los jóvenes fueran vigilados y presionados”. Estaban muy cercanos a los “partigianos”.
“En más de una oportunidad, recordaba mi madre, los alojaron en su casa”. Su padre, amplía Orietta, “era conscripto en el momento que se inició la guerra: estuvo tres años en un campo de concentración en Alemania. Mi madre siempre guardó sus cartas, de vez en cuando las leía. Cuando terminó la guerra, llegó a Italia con el proceso de liberación de 1945, en parte caminando y en parte transportado, en un pésimo estado físico. Se casaron y se fueron a vivir con la familia de él a seguir trabajando la tierra. Hasta que volvieron a convocar a mi padre: decidieron emigrar a América.”
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— charlie🐛is inactive Fri Oct 23 15:58:54 +0000 2020
Había una hermana de su padre en Neuquén: “Así vino él, solo, a ver las posibilidades. Al principio trabajó en la chacra con su hermana, en Colonia Valentina, tierra arrendada a la familia Franzán, luego consiguió trabajo en CALF y un tiempo después, vinimos nosotras en el barco Sebastián Gaboto, durante 40 días, hasta llegar a Buenos Aires. Allí nos esperaba mi padre. Alquilamos en Neuquén, hasta que pudieron comprar un lote grande a la familia Chiarandon, en el fin del mundo (como decía mi madre) y con mucho esfuerzo, construyeron una pequeña parte de la casa, a la que ingresaron sin servicio: no había agua, gas, no recuerdo si luz. Un accidente se llevó a mi padre, el Gringo, a los 40 años. En esos momentos tan críticos, fueron varias familias las que nos ayudaron. A partir entonces, mi madre decidió seguir sola, no volver a Italia. Obtuvo la pensión de mi padre de Luz y Fuerza y trabajó duro en el Hospital Regional y en la casa. Hizo que estudiara, siempre becada: me recibí de Maestra Normal Nacional”.
Orietta formó su familia con Fernando Cartier: tienen dos hijas y tres nietas/o.Su madre, por su parte, era muy sociable, tenía amigas italianas. Mantuvo el idioma en la casa, que intentaba practicar, muy cocoliche, con sus amigas y amigos: entre otros los Pesci, Fattorello, Landogna, Migliacci.
Llevó a sus nietas a conocer Italia y a su familia: mantuvo contacto con ellos hasta su muerte.“Siempre me decía: estudias o trabajas. Llegué a ser Doctora en Historia (UNLP). Además de dar clases en los colegios Don Bosco y María Auxiliadora, durante décadas”.
Desarrollo brevemente su currículum: docente de Posgrado Universidad Nacional del Comahue (Argentina), directora del Cehepyc (Centro de Estudios Históricos de Estado, Política y Cultura)-CLACSO e investigadora del IPEHCS-CONICET. Reviste la máxima categoría como investigadora en el sistema universitario argentino. Publicó artículos en revistas nacionales y extranjeras, editado y co editado libros de la historia social y política de Argentina en general y de Neuquén en particular; entre otros: La construcción de un orden estatal (1999), Sujetos sociales y política (2005), El arcón de la historia reciente (2010), La Trama al revés (2013) y Viejas tramas y nuevos Sujetos (2017). Integró GT en CLACSO; actualmente en el GT Crisis y Economía Mundial; es representante de la Academia Nacional de Historia por Neuquén.
En síntesis: una historia de vida rica y resultado del esfuerzo y la dedicación. “Me quedé en Neuquén, con mi familia, en el país y en la historia con la que me siento identificada”.
Tengo el honor de pertenecer a su equipo de investigación de la Universidad del Comahue y concurrir a Congresos sobre historia cuando la situación lo amerita. Pero la satisfacción mayor es que me abriera las puertas a la investigación.
Beatriz Carolina Chávez