Agustín Bravo parece estar en las últimas en ‘Supervivientes’, es el retrato del sufrimiento | Resumen de la gala
Agustín Bravo, en su postura de sufrir mucho. (FOTO: TELECINCO)
En los exámenes de Bellas Artes a veces les piden que dibujen una emoción. El día que caiga el sufrimiento, el alumno que dibuje a Agustín Bravo saca matrícula de honor. Y es que el presentador puso unas caras en la última gala que eran el vivo reflejo de padecimiento. Echaba la cabecita para atrás, la boca abierta tratando de coger aire, los ojos de besugo en hielo… Agustín Bravo se pone así en la Gran Vía y le atienden los servicios sociales del Ayuntamiento.
Pero vamos por partes, que las cosas hay que hacerlas en orden. ¡SEGUIDME EN REDES! Instagram: @GusHernandezGH / Twitter: @realityblogshow.
La cosa comenzó con Lara Álvarez presentando desde lo alto de una peña, como si fuera un aguilucho en época de cría. Lara iba muy guapa. A secas. Lo único es que le habían puesto un micro blanco y peludo, que parecía la cabeza decapitada del Yeti.
“¿Temperatura y humedad?”, le preguntó Jordi González, que debe ser que no tiene móvil y no sabe mirar el tiempo que hace. Ya verás cuando alguien le enseñe el Google Maps y sepa que puede ir a algún sitio sin mirar el mapa en un pergamino viejo.
Hablando aún del tiempo, en un momento dado Lara sufrió las inclemencias del tiempo: “Madre mía, el viento que está corriendo y la arena”, dijo la muchacha poniendo la mano para evitar quedar ciega, porque le estaba haciendo la naturaleza un peeling natural que eso parecía una limpieza con chorro de arena. Lara no tiene células muertas en la piel porque no les da tiempo a morirse, se las mata la arena cuando aún son jóvenes.
Los patronos se han venido arriba esta semana. Ya sabéis que ellos pueden mandar a los lacayos, y se lo han tomado como si cuando les dijeron “tenéis que ser patrones” ellos oyeran “tenéis que ser esclavistas”.
“Quiero que cuentes cada granito, que esté perfecto”, le dijo Albalá a los de la cocina, que solo le faltó meter la cara de Sylvia en aceite hirviendo para que escarmentara.
“Estamos aquí para trabajar, yo no te he dado tiempo libre. No puedes trabajar sentada, ponte de pie“, le decía Tom a Sylvia, que si llega a haber un campo de algodón cerca la pone a recogerlo también.
Olga daba instrucciones detalladísimas, algo que le jodió a Sajén, que se puso a llorar, porque dijo que se había sentido “esclava”. Eso sí, después de hacerles un baile agarrándose a un tronco, de hacerles un banco y de colocar la leña por colores. Más que una esclava parecía una decoradora de interiores.
Alexia sufrió a Omar exigiendo pesca y más pesca y más pesca. Alexia estuvo a punto de pescar con dinamita sólo por satisfacer el ansia de pescado de Omar, joder, que parece japonés.
Y llegaron los alegatos para salvarse.
Albalá: “Audiencia, por favor, me encantaría que me salvarais porque estoy muy feliz”, dijo, así, dirigiéndose a la audiencia como un ser vivo único. Albalá se piensa que la audiencia tiene DNI y pueblo natal. “Voy a seguir dándolo todo”, añadió. Todos dicen lo mismo. ¿Pero qué cojones es lo que dan? Parecen un repartidor de propaganda a la puerta del metro. ¡Voy a darlo todo, todo! ¡Todos sabrán que tengo un asador de pollos y hago ofertas los domingos MUA HA HA HA HA!.
Valeria: “Con amor me pido de salvarme, porque esto es un sueño, es un sueño, sueño, (lo siguiente no se entendía ni en español ni en italiano)”, dijo Valeria, que claro, se sabe una palabra y la usa para todo. Valeria una vez se fue a dormir en lugar de a mear solo porque sueño sabe decirlo y mear no.
Pero no acabó ahí. También dijo que quiere “hacer un récord de apnea”, como de una hora y media sin respirar o así, debe ser.
– ¿Valeria y tú cuándo sales del agua?
– Cuando estoy morada y en muerte cerebral.
– Ah.
Y así.
“Es mi cumpleaños la noche del jueves”, siguió dando argumentos, porque claro, si matas a una familia se ocho miembros envenenándolos y luego les disparas y se los das de comer a tus cerdos, el juez no te dice nada si cae en tu cumpleaños.
“Si la audiencia me salva yo voy a hacer un show striptease“, dijo Valeria y parecía una amenaza.
“Vamos con Lara, que para mí encarna la paz y el equilibrio“, dijo poco más tarde Jordi González, que tiene posters de Lara Álvarez calva, en la postura del loto y con barriga. Jordi piensa que Lara Álvarez le enseñó a Buda todo lo que sabe.
Lara se había sentado en el risco desde el que presentaba. No le salía ni un puto michelín. Esto es agravio comparativo. El 99% de las personas se sienta y la barriga le hace feo. Lara se sienta y eso parece un arco de medio punto forrado de seda.
Total, que a Sajén, Olga y Gianmarco les llevaron su recompensa de queso. Mucho queso. Agustín les miraba comer queso como un ave de presa. Se les puso al lado a mirar fijamente que sólo le faltaba echar monedas como en la cabina de un sexshop. Una cosa que yo sé que existe porque me lo ha contado un amigo.
Luego apareció Tom cual hiena y se quedó como esperando a que una mamá búfalo tuviera un despiste para robarle a su bebé.
“Lo siento de verdad, lo prometo”, dijo Olga, pero sonó como “lorh sihentro dre verdá o progmetoh“, porque tenía la boca llena. Atenea era la hija de Zeus y Olga es la hija de Educancio.
Melyssa se vino abajo viendo a los demás comer. Se puso a llorar porque “otros comen queso y yo no“. Melyssa una vez vio una intoxicación alimentaria masiva en una boda y se echó a llorar porque los otros tenían diarrea y ella no.
“Se podían haber puesto a comer en otro lado“, se quejó Omar. Sí, en otra isla, no te jode.
Gianmarco se puso melodramático: “En cuanto salga de aquí no quiero volver a pasar hambre”, afirmó. Solo le faltaba una esclava que le apretara el corpiño.
Tom fue de chivato a decir que la comida tenía que hacerla Sylvia, porque los del queso se estaban derritiendo un poco. Ahora resulta que Tom es el súmmum de la honradez. Tom pretendía que Sylvia, que no podía comer, encima tuviera que cocinarles el queso. Así es Tom, siempre pensando en los sentimientos de los demás.
Le preguntaron en directo a Sajén cómo había llevado lo de ser lacaya. “Yo las he llevado súper bien, he hecho mucho esfuerzo físico, mis patronas son maravillosas pero me han hecho trabajar mucho y me he sentido como una mula“, tan bien no lo había llevado.
– Lo he llevado súper bien, lloro por las noches y la vida me sobra, pero lo llevo súper bien.
Jordi le dio “una pequeña regañina por parte de la organización” a Agustín Bravo. “No se puede usar el agua potable para mojarse el cabello”, le dijo al presentador de cabello níveo, que ahora será Agustín Repeinado. Y es que Agustín es así, prefiere dar bien en cámara que estar hidratado. Muerte de células desecadas, pero el lado bueno que no se lo toquen.
Jordi no ha cogido lo de que hay retardo con el sonido, que desde que él habla hasta que le oyen en la isla pasa un tiempo, por la distancia, así que él dice “tiempo” para que dejen de hablar en un alegato, pero claro, allí no lo oyen hasta los cinco o seis segundos y él viniéndose arriba: “tiempo… TIEMPO… ¡¡¡¡¡TIEMPOOOOOOOOOOO, TIEMPOOOOOOOOOOOOOOOO, TIEMPO HOSTIAAAAAAAAAAAAAAAAAS, ES TU PUTO FIN, ACABA, TE REVIENTO, TE ARRANCO LA LENGUA, ME LA COMO Y LA CAGO, TIEMPOOOOOOOOOOOO, CALLAAAAAAAAAAAA!!!!!!”
En un momento dado Jordi le dio a una camarógrafa un colgante de promoción de una a peli y bajando las escaleras de la grada casi se rompe la crisma. Jordi González baja las escaleras con la elegancia de un coche viejo lanzado por un acantilado.
Y llegó el alegato de Agustín Bravo: “Vais a ver un Agustín superviviente de verdad”, nos prometió, porque hasta ahora ha sido un superviviente de mentirijillas. “Vamos a echarle sociabilización“, añadió. HOSTIA QUÉ PASOTE, QUE LE VA A ECHAR SOCIABILIZACIÓN. Entonces sí.
Sajén alegó: “Hace tiempo que vengo persiguiendo el sueño de ir a Supervivientes“, dijo ella, que la metieron en el concurso porque seguía a la gente de Telecinco. Los directivos de la cadena miraban por el retrovisor del coche y estaba siempre Sajén. Una noche Paolo Vasile abrió los ojos y estaba Lara Sajén a los pies de su cama mirándole fijamente.
Juego de recompensa:
Se trataba de tirar de unas gomas ancladas a un palo y conseguir piezas de puzzle para montarlos después. El equipo que lo consiguiera en menos tiempo, ganaba.
Carlos Alba jugaba con Melyssa, Albalá y Omar… y a Melyssa la arrastraban por la arena como las latas del parachoques de unos recién casados. Tengo imágenes del momento:
Jugaron Olga, Gianmarco, Valeria y Tom. Olga iba en cabeza y sólo decía “tirad más, tirad más” y “aaaaay, me dueleeeee, ayyyy la caderaaaaa”, parecía una señora mayor montando en patinete por un empedrado.
Breve apunte de Palito y Lola:
Se les incendió la tapa del cofre, que habían dejado para proteger el fuego del viento. ¿Quién iba a pensar que una tapa de madera podría prender en el fuego? A Lola y Palito las mandas a Marte y son capaces de prenderle fuego. No hay nada combustible y no hay oxígeno, pero ellas pueden.
“Deberíamos meternos agua, bucear y no salir más“, dijo Lola, que es muy de afrontar los problemas con optimismo.
Prueba de los lacayos, Sajén, Agustín, Alexia y Sylvia. Lo malo de esa cuádriga es que tiraba poco. Si ellos hubieran sido los caballos de Ben Hur la carrera habría sido a cámara lenta.
Lara Sajén pegaba unos berridos de esfuerzo que si tienes la tele puesta y estás en la cocina, piensas que en el salón están unos mayas sacrificando gente.
Al final dejaron que uno de los demás ayudara y fue Carlos Alba que se puso a tirar como un buey criado con anabolizantes. Levantó a Alexia para que colocara la pieza con una facilidad que si Carlos quiere la cambia de continente con un solo brazo.
A todo esto, la recompensa era un jamón cocido colgado de una cuerda. Lo ganaron Carlos, Melyssa, Albalá y Tom. Se tenían que comer el jamón sin manos y en dos minutos. Qué espectáculo dantesco. Se lo enseñas a una manada de leones y empiezan los leones a comerse a los impalas con cuchillo y tenedor.
Carlos Alba daba unos bocados que daban miedo. A los cocodrilos bebé les ponen vídeos de Carlos comiendo para que aprendan a desgarrar a sus presas. Era como una pitón desencajándose las mandíbulas para que entrara más. Carlos una vez estaba nadando en el Pacífico cuando un tiburón le atacó. Aquella noche Carlos cenó pescado.
Vimos que había seis sillas de salvación. Los carpinteros del concurso han tenido esta semana un plus de productividad.
Y llegó el momento cumbre: en la ceremonia de salvación Agustín esperaba en la silla poniendo cara de Ecce Homo de Borja. Qué cara de estar en las últimas.
El hombre decía que lo iba a dar todo, creo que se refería a dar hasta el alma, porque se le escapaba por la boca abierta. He visto peces fuera del agua que tenían menos pinta de agonizar. Agustín Bravo con esa cara y esa postura se pinta de blanco y se queda quieto en un pasillo del Vaticano y los turistas le hacen fotos pensando que es una escultura de Bernini.
No sabías si darle algo de comer o los santos óleos. Le dejas a los pies un cartel que ponga “UNA AYUDA, POR FAVOR” y se saca 200 euros diarios en limosnas.
Lola y Palito también tuvieron prueba: Tenían que adivinar animales. Lola los imitaba y Palito adivinaba y al revés. El primer animal era una manta raya. Palito lo adivinó a los tres segundos. Joder. Una puta manta raya, que es la cosa menos imitable del puto reino animal.
Ganaron un par de donuts. La segunda recompensa era un brócoli. Soy yo y se meten el brócoli por el culo. Pillo al de la organización que esté más cerca y se lo introduzco por vía rectal mientras le pregunto, ¿es sano, es sano, te gusta, cabrón, te gusta?
El caso es que Palito y Lola acertaban echando leches. Deberían ir a Las Vegas a hacer un número de mentalismo.
Albalá fue el salvado de la nominación, lo que dejó a los lacayos siendo lacayos y sin ser concursantes de pleno derecho.
Olga discutió con Valeria, que me está empezando a caer un poco pesada, pero lo único que destacaré es que a Olga le salen unas venas en la sien cuando discute que parecen las bajantes de un edificio viejo. Por esas venas puede pasar el metro. Madre de dios, son como un anuncio de hipertensión.
Vídeo: Broncón por el arroz. Tom se puso a probar el arroz y dijo que no estaba hecho. Yo creo que probaba para ir comiendo de más. Tom dijo que le faltaban cinco minutos al arroz, porque cuando era pequeño perdió la lengua y le pusieron el chip de una Thermomix.
“Cada uno a su tarrea, tarrea, tarrea”, decía Tom, que tiene erres de sobra y las va colocando donde puede para que no se le acumulen.
El caso es que entre lo que probaron y lo que rebañaron al final hubo dos o tres listos que cogieron peso comiendo arroz.
Agustín es lacayo de Carlos y eso les ha traído dificultades en ese matrimonio perfecto que ambos formaban. El problema está en que a Carlos nunca se le acaban las instrucciones. Trabaja menos el burro de un molino que Agustín Bravo.
“Agustín, vas a trabajar lo que no has trabajado en la vida“, le decía Carlos Alba, que estaba empeñado en hacer de Agustín una máquina de trabajar. Aquí tenemos a Agustín Bravo cuando acabe esta semana:
“Esto es peor que ir de compras con mi mujer“, dijo Agustín, que cuando va de compras acaba como la mula de Juan Valdés. Todo es padecimiento para este hombre en el concurso, mare de Deu. En todas las iglesias del mundo, a la estatua de San Agustín le van a poner un letrerito añadido que ponga: “San Agustín Bravo Sufridor”.
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