Un recorrido por los aromas de Vietnam

Un recorrido por los aromas de Vietnam

Un recorrido por los aromas de Vietnam

Al llegar a la ciudad de Ho Chi Minh, antigua Saigón, capital de la colonia francesa de Cochinchina y posteriormente la capital de Vietnam del Sur, nos enfrentamos a altas temperaturas y a un alto grado de humedad.

Es caos aparente y vida en la calle. Las motos, unos seis millones, bicicletas y, en menor medida los coches, invaden todos los espacios, lo que arroja un alto porcentaje de siniestralidad.

Las aceras son apéndices de las viviendas. En ellas comen, venden, negocian. Cruzar sus calles es malabarismo, intuición y peligro. Pero dentro de ese caos los habitantes de Saigón, de constitución endeble, nos reciben con amabilidad y sonrisa permanentes. Ni insisten en vender ni agobian al visitante, pero si se decide comprar hay que practicar el deporte universal del regateo.

Ho Chi Minh, un derroche de historia

Sus calles despiden múltiples aromas de comida preparada en las aceras en puestos callejeros que no pagan impuestos -nos dicen- ni tienen controles sanitarios, por lo que son poco aconsejables para el turista.

Se aconseja visitar el Museo de la Reunificación, donde se pactó el fin de la guerra con EE.UU. el 30 de abril de 1975. Esta visita nos guiará por los recuerdos, pues en él se encuentran cuartos subterráneos en forma de bunkers, salas de reuniones y la sala donde se pactó el tratado, entre otras muchas estancias y utensilios.

En el centro de la ciudad podemos visitar la plaza de la Concordia, con su catedral de Notre Dame, iglesia católica construida entre los años 1877-1880 en la época de dominación francesa. A su lado se encuentra la oficina de correos, diseñada por Gustave Eiffel y también el hotel más antiguo, el Continental, emblemático por ser en el que se concentraron gran parte de los corresponsales que cubrieron la guerra.

Puede ver también el Museo de la Guerra, que antes se llamó del Crimen y que vio cambiado su nombre, tras restablecerse las relaciones con Estados Unidos. En él se encuentran imágenes que fueron símbolos, además de armas, aviones, salas de tortura…

Mausoleo de Ho Chi Minh, Vietnam. Foto: EFE/Diego Caballo

Con la rendición de EE.UU. vino la paz que pedía el mundo, un mundo que vio agitadas sus calles gracias a las imágenes que aún se conservan en el subconsciente de tantos, como aquella de los niños huyendo por una carretera quemados por el napalm, del fotógrafo Nick Up, o la del vietcong recibiendo un tiro en la cabeza que le descerrajó el jefe de la policía, del fotógrafo estadounidense Eddie Adams.

Esas fotos y otras muchas fueron y siguen siendo símbolos, unos símbolos de presión que aceleraron la paz. También podemos ver, dos del senador estadounidense Bob Kerry, que ostentaba el grado de teniente en la guerra e intervino en una gran masacre. También está presente la obra de Robert Capa, quien murió al pisar una mina en la guerra de Indochina el 25 de mayo de 1954 en Thai Binh (Vietnam).

Es de gran interés visitar el muy céntrico Lago de la Espada Restituida. Allí está el mejor ambiente nocturno, sobre todo los fines de semana, que cierran sus alrededores al infernal tráfico.

Hanói, aspirando a la modernidad

Un recorrido por los aromas de Vietnam

Hanói, con sus 7 millones de habitantes y 4 millones de motos, es la capital de Vietnam. La baña el río Rojo. Sufre grandes lluvias en julio y agosto. Es una ciudad que aspira a la modernidad y que, en 15 años, ha sido capaz de cambiar arrozales por zonas comerciales.

Lo más típico de Hanói son sus calles, con viviendas pequeñas y saturadas a las que acceden por pequeños y oscuros callejones y estrechas escaleras y con un grado de humedad de hasta más del 90 por ciento.

En esta capital podemos visitar el imponente Mausoleo de Ho Chi Minh (1890-1969), que fue presidente desde 1945 hasta su muerte en 1969, situado en la plaza Ba Dinh, una enorme explanada presidida por una gran bandera vietnamita que ayuda a hacer más impresionante el monumento.

Muy cerca del mausoleo se encuentra el amarillo Palacio Presidencial. Al salir podemos admirar la Pagoda del pilar único o de una sola columna, y también acercarnos al Templo de la Literatura, que fue fundado en el siglo XI dedicado al culto de Confucio, convirtiéndose más tarde en la primera universidad del país.

Venta de mercancía callejera en Hanói. Foto: EFE/Diego Caballo

En Hanói observamos tradición y modernidad. En ella se alzan muchos edificios altos, su famoso puente de hierro, construido por los franceses, así como un muro de 4 kilómetros de longitud, con pinturas que cuentan la historia del país, y que es el más largo del mundo de estas características.

La cárcel francesa en Hanói es otro punto de interés. Fue utilizada durante la guerra de Vietnam para albergar a los pilotos americanos capturados. La llamaban irónicamente Hanói Hilton. Ahora es un museo que guarda imágenes y elementos de tortura utilizados en la prisión de Hoa Lo de Hanói.

En ella estuvo retenido Pete Peterson, que sería embajador de EEUU en Vietnam bastantes años más tarde, y John McCain’s, el candidato a la presidencia de EEUU en 2008, que fue capturado después de caer al lago Truc Bach, el 26 de octubre de 1967.

Una de las curiosidades que ofrece Vietnam es que en la celebración del Día del Maestro los alumnos van ataviados con los trajes típicos tradicionales y adornos florales en la cabeza.

En un principio esta celebración estuvo dedicada solo al estudio de la Literatura y nos explican que hasta el año 1900 solo hablaban en Vietnam el chino mandarín, por lo que el idioma actual solo tiene poco más de un siglo.

En el denominado Templo de la Literatura se conservan estatuas originales del siglo XI. Posteriormente pasó a ser la Universidad Nacional de Vietnam. Fue muy dañada durante la guerra por los ataques de Estados Unidos que utilizaban como pretexto los posibles escondites de los vietcong (viet, de vietnamita, y cong, que significa comunista).

Recientemente Estados Unidos ha colaborado en parte de su restauración. Hasta 1945 el 92 por ciento de la población era analfabeta. A partir de este año, Ho Chi Minh estableció la enseñanza para el pueblo.

Jóvenes posan en el Templo de la Literatura, Vietnam. Foto: EFE/ Diego Caballo

Del Mekong y la imperial Hué, hasta la Bahía de Halong

Recorriendo el país no se debe dejar de visitar Ben Tre, una provincia compuesta de varias islas en el inmenso Delta del Mekong, río de 5.000 kilómetros que baña seis países.

Sus habitantes viven principalmente de la pesca, la elaboración artesanal de esterillas y la producción de todo tipo de productos del coco, que incluye desde caramelos, hasta artesanía y licores.

Otro lugar de interés es la ciudad de Hoi An, que fue en el pasado un próspero puerto y punto de encuentro entre Oriente y Occidente. Es imprescindible ver la parte antigua, por la que no se permite el uso de coches ni motos.

Posee edificios declarados patrimonio de la Humanidad, como algunas casas particulares, templos, asambleas y museos.

Es digna de elogio la Pagoda de Phuoc Kien, que fue construida por marineros chinos en el siglo XVII en honor a Thien Hau Thanh Mau, considerada por ellos como la diosa del mar y protectora de marineros y pescadores.

Una de las joyas más valiosas de Hoy An es el puente cubierto japonés, que cuenta con 400 años de antigüedad.

Hué, Patrimonio de la Humanidad

La ciudad imperial de Hué, a unos 130 kilómetros al sur de Hoi An , fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el año 1993. Se estableció como la capital del imperio y se construyó una ciudad amurallada a semejanza de la Ciudad Prohibida de Pekin.

Es digna de visitar la puerta Ngo Mon, los nueve cañones sagrados, el Palacio de Thai Hoa, la ciudad púrpura prohibida, el templo The Mieu, el Teatro Real y el Pabellón Hien Lam, además de la Tumba del emperador Tu Duc, que es uno de los trabajos más hermosos de la arquitectura real de la dinastía de los Nguyen.

Otra urbe muy curiosa es Hoa Lu, elegida como la antigua capital de Dai Co Viet (nombre antiguo de Vietnam), que tiene en su historia haber sido sede de las dinastías Dinh y Le, entre los años 968 y 1009 y nos ha dejado muchas imágenes inolvidables sobre sus santuarios y tumbas.

El lugar ecoturístico de Trang An es un área salvaje y muy atractiva para realizar un recorrido en bote, donde el silencio solo es roto por el sonido de los remos sobre aguas transparentes que nos conducen a orillas de donde se encuentran numerosas grutas, montañas y ríos que conviven en perfecta armonía.

Entrada de un mercado en Hué, la antigua capital vietnamita. Foto: EFE/Antonio Broto

Como culminación del viaje, la compañía Asiática Travel nos propone la población de Halong, donde hay que subir a bordo de un barco tradicional remodelado para la navegación turística.

La Bahía de Halong es un magnífico conjunto de 1.969 islas, islotes y peñascos diseminados en una superficie de 1.500 kilómetros cuadrados por todo el Golfo de Tonkín. Cuenta con una protección especial de la Unesco y es considerada por muchos como una de las maravillas del mundo.

Es fantástico poder bañarse en sus aguas y contemplar el anochecer, un espectáculo de silencio y paz mientras el sol se oculta suavemente, al igual que ver el amanecer en la zona, donde se contraponen el paisaje paradisíaco de islas rocosas y agua verde esmeralda.

Riquezas y curiosidades

En los traslados de una ciudad a otra podemos observar la curiosa costumbre, extendida por todo el país, de enterrar a sus muertos en sus propios campos. Así, las tumbas, algunas de alto colorido, se destacan entre los arrozales y el silencio.

Vietnam es también un país de gran riqueza que exporta anacardos, a lo que se dedican más de 150 empresas. También el 40 por ciento de la pimienta del mundo y es, además, el segundo país exportador del mundo de café, de gran calidad, variedad y precio.

Se pueden tomar buenas cerveza, como la 333 o la Saigón, que ellos suelen degustar añadiendo hielo, algo no muy aconsejable para el visitante si se desconoce la calidad del agua con la que está hecho.

El sesenta por ciento de la población vive en y del campo, y en su dieta está casi siempre presente el cerdo, el pescado y el pollo, además del pato, que es el plato nacional, y sus huevos con los embriones dentro, que son un bocado muy apreciado.

Los patos se crían con el arroz sobrante en los arrozales tras las recogidas de cosechas. También consumen perros, que en muchos casos tienen atados en sus casas y alimentan la camada, para después consumirlos.

Los vietnamitas viven el presente pensando en el futuro y olvidando y perdonando el pasado. Tienen una serie de canciones, declaradas por la Unesco Patrimonio Cultural Intangible, y una de ellas, titulada “Quan Ho”, dice que, cuando alguien visita una casa al volver otra vez, encontrará allí una nueva familia. Vietnam merece visitarla y volver.

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