El Metro de la CDMX tiene 195 estaciones —esta es la historia de algunas de ellas

El Metro de la CDMX tiene 195 estaciones —esta es la historia de algunas de ellas

El Metro de la CDMX tiene 195 estaciones —esta es la historia de algunas de ellas

El Metro de la Ciudad de México tiene 12 líneas y 195 estaciones que conforman una red de más de 200 kilómetros, con una historia que inicia en 1969.El Metro de la CDMX tiene 195 estaciones —esta es la historia de algunas de ellas El Metro de la CDMX tiene 195 estaciones —esta es la historia de algunas de ellas

Sin embargo, además del reloj que se ubica a la mitad (en algunos casos, al inicio) del andén, cada «parada» tiene un nombre particular, con el que identificamos donde estamos.

Hay estaciones como Hospital General o Bellas Artes que nos indican un sitio importante de la zona. Pero, ¿conoces por qué Etiopía/Plaza de Transparencia se llama así? De esto y más te contamos.

La curiosa historia de algunas estaciones del Metro de la Ciudad de México

Juanacatlán (Línea 1)

La estación se encuentra en la ruta que va de Observatorio a Pantitlán y la identificamos porque tiene una mariposa como icono.

Juanacatlán es un municipio de Jalisco. Sus actividades económicas versan sobre los rubros agropecuario e industrial.

De acuerdo con el sitio web del Metro, su nombre se deriva de la palabra «Xoconoxtle» o «Xonacatlan» y significa «Lugar de cebollas».

No obstante, otra versión es que el mote hace referencia al cerro más grande de la región: «El Papantón». A su vez, esta palabra es cercana a «Papantl» («mariposa»).

«En 1893 se instala en el lugar la primera planta hidroeléctrica de la República Mexicana, aprovechando la célebre caída de agua de ‘El Salto de Juanacatlán’ hoy en día, prácticamente extinta; la región fue conocida como una de las más importantes del país», explica el medio de transporte.

Solo 3 años más tarde, se creó muy cerca de la hidroeléctrica una fábrica de hilados y tejidos de algodón que, posteriormente, fue una de las más importantes de Jalisco.

Panteones (Línea 2)

Junto con Barranca del Muerto, de la Línea 7, Panteones es una de las estaciones con nombre más «escalofriante» del Metro, aunque su historia no sea de horror. Su imagen es una cripta mortuoria. Pertenece a la ruta que va de Cuatro Camino a Tasqueña.

Esta «parada» del medio de transporte adquirió ese nombre porque es la zona que conjunta algunos de los cementerios importantes de la capital del país: Alemán, Español, Francés y Sanctorum.

«Los panteones fueron obra del cristianismo en esta tierra. Los chichimecas tenían la costumbre de que al morir su monarca, el cadáver estuviera por 5 días sentado en una silla, esto para que se reunieran los deudos. Los vasallos y amigos se encargaban de ponerle las vestiduras reales y cubrir su cuello con joyas de oro y piedras preciosas», expone el Metro.

Etiopía/Plaza de Transparencia (Línea 3)

Desde agosto de 1980, la estación Etiopía es una de las más «enigmáticas» no solo de la Línea 3 (Indios Verdes-Universidad), sino de la red del medio de transporte. Tiene como icono un león, antiguo escudo imperial de la nación africana.

De acuerdo con Chilango, el nombre deriva del apoyo de México a ese país durante la ocupación italiana en la Segunda Guerra Mundial.

«En junio de 1954, Haile Selassie I visitó la Ciudad de México para agradecer el apoyo que se le dio a Etiopía durante la ocupación italiana. Fue recibido por el entonces presidente Adolfo Ruiz Cortines, quien aceptó a manera de agradecimiento la donación de varias palmeras traídas directamente de Etiopía y que fueron plantadas a lo largo de Avenida Xola», indica su página web. Otra de las acciones del reino etíope es la existencia de la Plaza México en esa nación.

Derivado de esa visita se creó la glorieta de Etiopía, donde ahora se ubica la estación. En 2009, se le incluyó el nombre de Plaza de la Transparencia, debido a que la sede del Instituto de Acceso a la Información Pública de la Ciudad de México está cerca del lugar.

Bondojito (Línea 4)

El Metro de la CDMX tiene 195 estaciones —esta es la historia de algunas de ellas

Bondojito, de la ruta que corre de Martín Carrera a Santa Anita, es una de las estaciones con una historia e imagen muy peculiar dentro del Metro. Su icono es una nopalera.

En otomí, el nopal pelón es conocido como «bonda» o «bondo» y da frutos rojos; es la misma especie donde supuestamente un águila se paró para devorar una serpiente y, tras ello, se fundó México-Tenochtitlán.

«Bondojito quiere decir ‘nopalito’ y precisamente donde está asentada esta colonia abundaban los nopales pequeños», afirma el medio de transporte.

Eduardo Molina (Línea 5)

Es posible que hayas escuchado de una avenida llamada Eduardo Molina. Hay una estación de la línea que va de Politécnico a Pantitlán que tiene el mismo mote.

Molina es uno de los personajes más importantes de la capital del país y a él le debemos el sistema de aguas del Valle de México.

«En 1960, debido a sus vastos conocimientos sobre la historia y los problemas del desagüe, el Regente de la Ciudad de México lo nombra Director de las Obras de introducción de las aguas del río Lerma a la capital. Con ello esta no vuelve a vivir la sequía de 1922, en la que el agua se agota casi totalmente durante más de 3 semanas», según el Metro.

La imagen de la «parada» es un fragmento del mural «El agua, Origen de la vida», de Diego Rivera. Lo puedes observar en el Museo del Agua, en Chapultepec.

UAM Azcapotzalco (Línea 6)

La ruta del Metro que va de Martín Carrera a El Rosario tiene una de las estaciones con mayor historia y una imagen inolvidable: una hormiga.

Azcapotzalco significa «lugar de hormigas» y en esta región vivieron otomíes y teotihuacanos.

«Los chichimecas llegaron al Anáhuac mucho antes que arribaran los aztecas, venían comandados por el cacique llamado Xólotl. Para establecerse aprovecharon los restos del destruido reino de los toltecas. Años después arriban a este lugar unas tribus que venían precisamente del mismo lugar de donde procedía Xólotl, quien los recibe con gran simpatía ya que eran de su mismo linaje y aprovecha el suceso para casar a sus dos hijas con dos jefes de estas tribus. A Cuetlaxóchitl la casa con Aculhua y le dio como dote, la población y señorío de Azcapotzalco», muestra el medio de transporte.

Posteriormente, Tacuba, Tenochtitlán y Texcoco crearon la Triple Alianza y, con ello, acabaron con Azcapotzalco.

En 2015, el nombre cambió a UAM Azcapotzalco, en referencia al campus de la Universidad Autónoma Metropolitana que se halla en esta zona.

Camarones (Línea 7)

Esta estación del Metro, que podemos hallar en la ruta que va de El Rosario a Barranca del Muerto, también tiene un animal como imagen: un camarón.

El mote no es porque en esa región existan estos crustáceos o porque preparen los mejores cócteles.

«En 1790 existía un pequeño pueblo llamado Camarones. Estaba situado sobre un camino real que iba desde San Salvador Xochimanca hasta las inmediaciones de Azcapotzalco y atravesaba los poblados de San José, San Bernabé, Azpeitia y Santa Martha», menciona el Metro.

En esta zona había una atarjea (una suerte de construcción para llevar agua) que iba hacia Consulado y al lago de Texcoco. En ella, la población encontraba unos pequeños animales que, al asarse en hoja de maíz, tenían un sabor parecido al de los crustáceos.

Apatlaco (Línea 8)

Es una de las estaciones del Metro con menos de 30 años de vida (la línea en la que se encuentra, de Garibaldi/Lagunilla a Constitución de 1917 se inauguró en 1994), pero su historia es igual de importante que las del resto de la red.

El icono es un templo azteca, en cuyo interior hay agua hirviendo. Apatlaco significa «lugar de baños medicinales» en náhuatl.

«En 1785 existió un canal secundario que sirvió como vía de comunicación en la zona de lztacalco; en ese entonces se mandó trazar el paseo de La Viga y dependía mucho de ella, se le conocía como el canal o el Acalote de Tezontle chico. Sobre esta vialidad, en su cruce con río Churubusco, se localiza actualmente la Central de Abastos de la Ciudad de México», menciona el Metro.

También es el nombre de un río en Morelos que, actualmente, tiene altos niveles de contaminación.

Chabacano (Línea 9)

En este conteo aparece una fruta. Sí, la imagen de esta estación, donde puedes transbordar a las líneas 2 y 8 de la red de este servicio, es un chabacano.

«Al crearse las colonias Asturias y Vista Alegre, se proyecta una calle a la que se le llama Chabacano debido a la cantidad de árboles de este fruto que había en aquellos terrenos baldíos, los cuales germinaban prodigiosamente por la proximidad que tenía al río de la Piedad (que ahora está entubado y es el Viaducto)», publica el Metro en su sitio web.

Aunque nació en China, el chabacano llegó a México en el periodo de la Colonia, justo en el siglo XVIII.

Acatitla (Línea A)

Acatitla, de la ruta que va de Pantitlán hacia La Paz, tiene una de las historias con mayor significado entre las estaciones del Metro de la Ciudad de México; su nombre significa «entre las cañas» en náhuatl.

Su icono es el pictograma del Día de la Caña en el calendario azteca, de acuerdo con la representación del Atlas Durán, indispensable para entender la fundación de México-Tenochtitlán.

«Acatitla era un antiguo reino que probablemente tiene el mismo origen que el pueblo de los Reyes Acaquilpan, asentamientos fundados por emigrantes de origen Alcolhua. Como es común en cada poblado prehispánico del Valle de México, los evangelizadores construían un templo después de la conquista española (esto fue en las actuales calles de Benito Juárez y Francisco I. Madero, donde se ubica el templo y convento de Santa Martha Acatitla, construido por frailes franciscanos en el siglo XVI), sobre un basamento prehispánico», según el medio de transporte.

El convento dio «asilo» a un cuartel militar y la zona es conocida por el Centro de Readaptación para mujeres y hombres, que fue construido durante la década de 1970.

Lagunilla (Línea B)

Entre Buenavista y Ciudad Azteca hay una «parada» con la imagen de un pato silvestre. Se trata de Lagunilla, zona conocida por la venta de diversos artículos.

«En la época prehispánica, una entrada de las aguas del lago circundante formaba una laguneta o lagunilla de forma irregular, en cuyas riberas se encontraban los barrios de Nonoalco, Tolquechiuca, Acozac, Coahuatlán y Atezquepan. En 1521, al destruir Cortés la ciudad, se levantó el plano o traza sobre las acequias y barrios existentes, quedando fuera la Lagunilla, como parcialidad destinada a la habitación de los indígenas, al igual que todo el resto del área exterior, reservada en exclusiva a los españoles», dice el medio de transporte.

A finales del siglo XIX, la Lagunilla se convirtió en una región con un nivel socioeconómico bajo, pero que destacaba por la vendimia.

«El mercado de Santa Catarina, llamado comúnmente de La Lagunilla, fue reemplazado por un conjunto de cuatro edificios: el primero para semillas, legumbres, frutas, pescado y aves, en la calle de Libertad y callejón de San Camilito; el segundo para ropa y telas, enmarcado por las calles de Rayón, Allende y Ecuador, y el callejón de la Vaquita; el tercero para muebles y varios, en las calles de Allende, Honduras Paraguay y el cuarto que constituye la zona de puestos, en Libertad y Comonfort», agrega el Metro.

Ermita (Línea 12)

Ermita es de las estaciones del Metro que nos muestra el poder de la religión en la historia del país. En ella, puedes transbordar a la Línea 2.

Pero, ¿qué representa su icono? Como el mote de la «parada» lo indica, se trata de una pequeña capilla. Ese tipo de edificaciones abundaban en el país durante el siglo XVII.

«Cuentan las crónicas que a la mitad del camino a Iztapalapa, en un lugar llamado Mexicaltzingo, existió otra ermita cuyos contornos, según la leyenda, estaban cubiertos por las aguas del lago, motivo por el cual estaba abandonada. A raíz de esto, se organizaron pequeños grupos de indios de los pueblos vecinos», explica el Metro.

Las personas que vivían en Culhuacán, San Andrés Tetepilco y San Juanico Mextipan iban semana a semana a cuidar la ermita, donde pernoctaban durante 8 días. Dada su fe e insistencia, se les conoció como «ermitaños».

Con información de Digitallpost

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