Las joyas ya no son lo que eran: "Un trozo de madera puede ser tan valioso como una pieza de oro"

Las joyas ya no son lo que eran: "Un trozo de madera puede ser tan valioso como una pieza de oro"

Las joyas ya no son lo que eran: "Un trozo de madera puede ser tan valioso como una pieza de oro"

Las joyas ya no son lo que eran. Bueno, mentira. Las joyas de toda la vida, esas que las niñas empezaban a recibir como regalo en el día de su Primera Comunión, seguirán pasando de generación en generación y saliendo a relucir en ocasiones especiales. Lo que está cambiando es el sector. Tanto por el tipo de piezas y precios que busca ahora el consumidor, como por las licencias que se permiten los joyeros en sus creaciones, que se despojan de viejos corsés y se abren a incorporar en sus diseños materiales de los más variopintos. El valor ya no reside solo en el oro o en sus parientes preciosos y está, cada vez más, en la diferenciación.

En 2008 había en Aragón 77 empresas dedicadas a la fabricación de artículos de joyería, bisutería y similares y, de estas, 36 tenían empleados a su cargo. En una década y con toda la crisis de por medio, el número de empresas y bocas a las que da de comer la manufactura joyera se ha reducido a casi a la mitad y ya solo quedan 49 talleres inscritos en la Comunidad. Sin embargo, en la Escuela de Arte de Zaragoza no hay lugar para el desánimo. Todo lo contrario: los profesores del Grado Superior de Joyería Artística ven en todos estos cambios un nicho de oportunidades y se esmeran en formar a futuros artesanos que sepan marcar la diferencia y adaptarse a los nuevos escenarios.

Experimentación sin barreras en la Escuela de Arte

Mercedes Angulo es la jefa del departamento de Joyería de la Escuela de Arte y tiene claro que uno de los principales objetivos de este grado es conseguir derribar todas las barreras mentales con las que lleguen los alumnos a primero. "Vienen con un gusto tradicional pero durante el primer año eso les cambia totalmente porque descubren todo el abanico de posibilidades que ofrece el sector de la joyería".

Silvia Guillén es otra de las profesoras del Grado y, precisamente, quien asume esa labor de "abrir la mente" a los alumnos en la asignatura de Proyectos de primer curso. "Es como abrir una ventana", dice. Para ello, les deja libertad absoluta: se parte de un material o de una técnica y a partir de ahí tienen que investigar todas las posibilidades, indagar en otras referencias estéticas y autores y, con todo eso como base, crear algo nuevo.

Las joyas ya no son lo que eran:

El contrapunto en la Escuela lo pone Alfonso Madrid. Él es profesor de taller y enseña las técnicas básicas que cualquier joyero debe conocer para sacar adelante sus piezas: soldar, serrar, cierres de caja, articulaciones... La base tradicional de la joyería de la que siempre hay que partir.

Tienda Luz de luna en Zaragoza

Mientras los profesores cuentan todo esto, una decena de alumnas – sí, hoy son todas mujeres - , trabajan concentradas en el taller. Una suelda, otra da forma a un hilo de plata, otra observa una cajita llena de conchas recogidas en la playa. Están en clase de Proyectos y deben diseñar un broche que guarde relación con uno de los capítulos del cuento de 'Alicia en el país de las maravillas'. Cada una tiene un capítulo asignado y el único requisito es utilizar en algún momento la técnica de grabado.

Lola Huértolas es una de esas alumnas. Ella ya era ceramista y se apuntó para aprender a manejar otros materiales. Las lecciones de Angulo y Guillén han calado en ella a la perfección: le gusta coger pequeñas cosas de sus viajes e incorporarlos a su arte. Un palo, una piedra... "No me atraen los materiales valiosos. Cualquier material bien trabajado puede tener el mismo valor que una pieza de oro". Ella, en su broche, incorporará un trocito de madera pulido por las olas del mar y una pata de langosta.

Joyería de autor en Aragón

Ceramista es también, desde hace 40 años, Sara García. Ella tenía (y tiene) un taller de cerámica Junto a Alejandro y Patricia Guillén en El Burgo de Ebro. Cuando se enteró le gustó la idea de la joyería creativa y fue parte de la primera promoción del Grado Superior de la Escuela de Arte en 2005. Ahora, compagina las dos vertientes y juega con la cerámica y la plata a través de 900veinticinco, la línea de joyería contemporánea que venden también en Se ha hecho trizas, su taller con venta directa en la calle de San Agustín de Zaragoza.

María Gracia, por su parte, es otra exalumna que se estableció por su cuenta hace tres años. Ella hace joyería inspirada en la naturaleza también con su propia marca: Orión Joyería de Autor. "En mi casa siempre hemos sido recolectores de tesoros, una piedra del Moncayo, una rama, una planta... y eso es lo que le ofrezco a mis clientes. Encargos personalizados en los que ellos me cuentan su historia, me pueden dar materiales para incorporar y yo le doy forma a todo eso", cuenta esta artesana que, además, es diseñadora gráfica y fotógrafa. Con este modus operandi no hay duda de que cada pieza es imposible de repetir. "Una clienta me pidió unos pendientes y que cada uno llevara una piedra distinta de sus viajes, o a mi madre, por ejemplo, le hice un collar con piezas de una bandeja suya que le había roto mi gata", cuenta.

Materiales menos nobles y precios más asequibles

Sobre el cambio del sector y la demanda cada vez más extendida de materiales 'menos nobles' (a priori) pero que pueden devenir en igual de valiosos, saben mucho también en Luz de Luna, una pequeña tienda de la calle Cádiz de Zaragoza. Noemí Insausti, que atiende tras el mostrador, indica que los fundamental en su modo de entender la joyería es que todo sean piezas únicas hechas de manera artesanal.

"Sí que trabajamos mucho con minerales, plata y con piedras preciosas como la esmeralda, el zafiro o el rubí, pero de menor densidad y pureza de las que se venden en las joyerías. Aquí, el concepto de joyería se extiende y alcanza incluso a los perfumeros de cristal. "El cliente busca cada vez más la diferencia pero a precios más asequibles que la joyería tradicional, pero no por ello tienen que dejar de ser objetos únicos y duraderos".

Mantener los pies en el suelo respecto al precio que ponen a sus piezas es uno de los consejos que más repiten a sus alumnos en la Escuela de Artes, según coincide Mercedes Angulo: "Tienen que crear un producto diferente pero adaptándose a los precios a los que se puede vender en los mercadillos. Gran parte del trabajo artesano se mueve en ferias y mercados y allí se vende, por lo general, pieza barata. De entre 20 y 40 euros de media y hasta un máximo de 100".

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