La ilustradora Ana Jarén recomienda sus planes favoritos para recargar los sentidos este verano
Por Eva Blanco Medina
Tras el primer impacto cromático, las ilustraciones de Ana Jarén (Sevilla, 1985) son, sobre todo, una invitación a pararse. Su estilo detallista y recargado, con fuerte protagonismo femenino, obliga a la persona que observa a abandonar el mundo un puñado de minutos para poder ordenar —y posteriormente interiorizar— la gran cantidad de información gráfica que contiene cada obra. Solo así, desde la concentración y el silencio, se pueden apreciar las múltiples aristas que componen sus optimistas historias.
En más de una década de trayectoria iniciada en el sector de la comunicación de moda, la artista ha conseguido afianzar un amplísimo registro de clientes, en el que figuran desde encargos editoriales (recientemente ha publicado en The Washington Post), colaboraciones con gigantes patrios de la artesanía como La Cartuja, para quienes diseñó una colección de seis piezas, o trabajos para potentes empresas de alimentación. Una carrera en la que los hitos se van sucediendo sin apenas descanso. En 2020 salió a la luz su primer libro, Amigas (Lunwerg), y los próximos meses, cuenta, traerán nuevos lanzamientos. “El 5 de julio saldrá a la venta Los Caminos del Quijote (Tinta Blanca), escrito por Antonio Lucas y que yo he ilustrado. También ando cerrando un par de libros más: uno para colorear, Astrology Coloring: A Coloring Journey, que llegará en unos meses, y otro volumen ilustrado para Estados Unidos del que aún puedo desvelar poco”.
De lo que sí que puede hablar es de los planes que ha hecho para acometer una buena remontada sensorial tras el túnel pandémico. “Como ilustradora, la inspiración y las ideas me llegan a través de los sentidos, y con las limitaciones del año que llevamos, las reservas andan justas. Por eso, el objetivo número uno que me fijo para este verano es buscar planes donde oler, escuchar, observar, tocar y saborear todo lo que pueda”.
A continuación, sus siete opciones ganadoras:
- OLER lavanda en Brihuega. “No tenemos que irnos hasta la Provenza para disfrutar de unos campos teñidos de violeta que huelen que alucinas. Me muero de ganas de acercarme una tarde de julio a la caída del sol a dar un paseo por los campos de Brihuega”.
- VER las carrozas de flores de Zundert (Holanda). “Tuve la oportunidad de asistir al desfile hace unos años cuando vivía en Amberes, pero repetiré en cuanto pueda. A principios de septiembre, en Zundert, el pueblo natal de Vincent van Gogh, hacen un desfile con carrozas gigantes decoradas con flores naturales de todos los colores imaginables. Es un espectáculo digno de ver”.
- ESCUCHAR a José González en el Jardín Botánico. “José González me flipa, ¡ha sacado disco y viene a Madrid el 30 de julio! Además toca en el Jardín Botánico de la Complutense, por lo que el escenario no puede ser mejor. Escuchar su conmovedora voz en el recogimiento del Botánico es la escapada perfecta para una calurosa noche de verano”.
- DEGUSTAR quesos. “Soy una loca del queso y mis homenajes gastronómicos siempre lo tienen cerca. Segurísimo que me haré con una buena tabla de quesos de Formaje (Madrid, Plaza de Chamberí, 9) para una cena con vino en la terraza de casa. Y cuando pase por Sevilla, la obligada visita a Casa Orzáez (Av. de Cádiz, 13) para uno de los mejores desayunos con queso que he probado”.
- VISITAR la exposición de Georgia O'Keeffe. “Aunque ya lleva unos meses, la vorágine del trabajo no me ha dejado visitarla aún y no quiero que se me escape. Estoy deseando poder parar un rato y disfrutar contemplando sus colores y texturas vibrantes en el Museo Thyssen”.
- TOCAR la arena de la playa de Bolonia. “Necesito playa y tocar la arena con los pies. Pasear por la orilla al atardecer y jugar con las olas que se enredan con mis pasos. Bolonia (Cádiz) es un sitio especial: aguas cristalinas, su duna gigante, las ruinas romanas de fondo…”.
- SABOREAR un buen libro. “Bajar el ritmo y zambullirme en un buen libro es uno de mis placeres favoritos. No veo el momento de leerme el último libro de Chimamanda Ngozi, Sobre el duelo, del que me han hablado maravillas”.
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